miércoles, 22 de diciembre de 2010

La ilusión del Crecimiento - Textos BL

Abstract
Hoy existe la ilusión hegemónica que el crecimiento económico podrá llevar a todas las naciones a la prosperidad. Esta ilusión, aunque tiene un origen claro y un respaldo estadístico, se ve profundamente cuestionada al analizarse empíricamente el patrón distributivo de dicho crecimiento económico, y totalmente destruida al corroborarse el impacto ambiental que acarrea.


Uno: El Origen

La ilusión de que con más y más crecimiento económico la humanidad en su conjunto podrá alcanzar la prosperidad, se podría caracterizar como un ensueño que forma parte del telón  de fondo omnipresente e indiscutido de nuestra civilización. Nada más que la experiencia concr[1]eta en cientos de países durante décadas ha llevado a esta creencia a su actual posición hegemónica.

Tenemos que mientras ninguno de los países más ricos materialmente[2] ha padecido hambrunas entre 1970-2000, el 25% de los países más pobres ha padecido alguna[3], y que mientras un 88% de estos países no cumplen sus leyes que prohíben el trabajo infantil, todos los países ricos lo hacen[4]. Por otra parte, tenemos que una disminución del ingreso del 10% está asociada con una tasa de mortalidad infantil 6% superior[5], y que un aumento de un 1% del ingreso per cápita causa un 1% de aumento en el ingreso de los ciudadanos más pobres[6]. En términos globales podemos testificar que, entre 1990 y el 2005, con una duplicación del producto económico mundial, la pobreza extrema pasó de representar  de ½ a ¼ de la población mundial, y la muerte infantil pasó de 12,6 millones anuales, a menos de 9 millones[7], entre una enorme lista de auspiciosos ejemplos.

Con mayor rigor, se puede generalizar el respaldo de esta ilusión utilizando el Índice de Desarrollo Humano (IDH) como un indicador del bienestar de una población[8], analizando su comportamiento al variar el Producto Nacional Bruto per Cápita (PNBPC) de un país.

Usando la información del IDH proveniente del PNUD[9], y la del PNBPC del Banco Mundial[10], de 139 países para el 2005[11], se llega a la siguiente correlación econométrica:



 
 

Con ella se demuestra empíricamente que mayores niveles de ingreso por habitante generan mayores niveles de vida en la población de un país[12].

Esta relación pareciera darnos dos noticias aparentemente optimistas. Para aumentar el IDH, y así lograr que todos los países tengan altos índices de educación y salud, sólo es necesario aumentar el PNBPC. E incluso, dado la forma logarítmica, a igual aumento de PNBPC los países con menor IDH lo incrementarán a una tasa mucho mayor que aquellos con IDH mayor.

Estas características, y los resultados del modelo econométrico IDH-PNBPC, permiten vislumbrar que los 22 países con IDH bajo (menor a 0,5) puedan íntegramente alcanzar un IDH medio (entre 0,5 y 0,799) con un aumento de poco más de US$800 de su PNBPC. Aunque esto sería una tarea desafiante en países como Sierra Leona o Guinea-Bissau –un aumento tal implica un crecimiento de mas de 100% de sus PNBPC al 2005-, no se escapa a lo que se puede esperar de un esfuerzo nacional e internacional bien diseñado e implementado.

Pero, para lograr que todos los países con IDH bajo y medio alcancen un IDH alto, se requiere que 108 naciones aumenten su ingreso per cápita. Que aquellas en situación más desfavorable lo hagan íntegramente, requiere un aumento del PNBPC en una cuantía que impide esperar razonablemente que ni en el mediano plazo se logre. Para este objetivo, algunos PNBPC deben aumentar sobre los US$35.000, lo que representa con respecto a su actual nivel de ingreso per cápita, aumentos de hasta un 3.000% para varios países e incluso 5.800% para Sierra Leona.

De todas formas, a pesar de las dificultades que se presentan para lograr que los países mas rezagados logren alcanzar altos estándares de vida, bajo esta óptica, la ilusión de que lo logren se ve cada año mas cerca, y cada punto  porcentual de crecimiento económico adicional acorta la espera más y más. Con este camino, sólo sería cuestión de tiempo hasta que todas las naciones obtengan altos estándares de vida para sus pueblos, y toda la humanidad pueda gozar de la prosperidad.


Dos: El primer Problema

El primer problema que se nos presenta ante esta aparente buena nueva, es que el crecimiento económico no beneficia de igual manera a todos los países, y como veremos, al distribuirse de forma completamente regresiva, dificulta la posibilidad que el crecimiento de la economía mundial se transforme en aumentos del PNBPC de aquellos países que lo requieren para alcanzar un IDH alto.

Si uno analiza la distribución internacional de la nueva riqueza mundial generada entre 1988 y el 2005 –ascendente a 34,5 trillones de dólares-, constata que de ese incremento del PNB mundial, sólo 1,92% fue a parar a los países de Bajos Ingresos, mientras que un 53,28% fue hacia los países de Altos Ingresos: OCDE.

Aún mas, si uno considera la población de varios agregados de países según ingreso, se revela que por cada dólar que recibió una persona de algún país de Ingresos Bajos, una de un país de Ingresos Medio-Bajo recibió $3,52, una de un país de Ingresos Medio-Alto, $7,33, y una de uno de Ingresos Alto: OCDE, $26,7 dólares.

Ingreso per cápita adicional relativo a “Ingresos bajos”
Ingresos bajos
1
Ingresos medio-bajo
3,52
Ingresos medio-alto
7,33
Ingresos alto: OCDE
26,7

Esta clara regresividad de la distribución del crecimiento económico tiene una importante consecuencia sobre la ilusión de que el crecimiento económico podrá llevar al conjunto de la humanidad a la prosperidad. El crecimiento global de la economía que se requiere para generar incrementos en los países más pobres es demasiado grande, lo que implica que se requeriría de mucho tiempo, o de tasas de crecimiento muy grandes, para lograr que todas las naciones tenga un IDH alto.

Si se mantuviera el patrón de distribución de la nueva riqueza generada, a nivel mundial y a nivel de grupos de países según ingreso, y se cumplieran las previsiones de Naciones Unidas sobre el crecimiento poblacional[13], veríamos que la economía mundial tendría que crecer sobre los US$5,7 mil trillones para sólo dejar a 2 países bajo la línea de un IDH alto, y sobre US$10 mil trillones para que todos superen ese estándar. Un incremento de 10 mil trillones significa una amplificación del PNB mundial del 2008, ¡de144 veces!

Para intentar prever cuando se alcanzaría esto, tomando escenarios de tasas de crecimiento promedio anual bajo, sobre, y en el promedio del período 1988-2005[14], se concluye que -con poblaciones congeladas al 2050-, se llegaría a la consecución de un IDH alto para todos entre el 2061 con un crecimiento promedio anual del 10%, el 2095 con uno al 6%, y el 2179 con uno al 3%.  Esta situación, y la que resulta de dejar a los dos países mas rezagados con IDH medio, se resumen en el siguiente cuadro:

Situación
Aumento de PNB mundial requerido (millones US$)
IDH alto creciendo al 10%
IDH alto creciendo al 6%
IDH alto creciendo
 al 3%
Todos los países con IDH alto
10.867.003.254
2061
2095
2179
Dos países sin IDH alto
5.689.664.156
2055
2084
2157

Nota: Podemos asegurar que todas las fechas serán efectivas en más años aún, pues las poblaciones de estos países seguirán aumentando posteriores al 2050.
Aunque pareciera cierto que con este camino sólo sería “cuestión de tiempo” hasta que toda la humanidad pueda disfrutar de la prosperidad, muchos considerarán que es demasiado tiempo.
Una forma de acortarlo sería invertir –de alguna forma-, el patrón distributivo del crecimiento económico, otorgándole a los países de Ingresos Bajos un 53,28% y a los países de Ingresos Altos: OCDE un 1,92% de la nueva riqueza mundial, tanto el crecimiento de la economía mundial, como los plazos requeridos para que todas las naciones tengan un IDH alto, se reducirían marcadamente.

Con este arreglo distributivo, la economía mundial pasaría de requerir expandirse sobre los US$10 mil trillones, a menos de US$400 trillones. Este incremento 25 veces menor, acortaría los plazos de forma que todos llegarían a un IDH alto entre el 2027 con un crecimiento promedio anual del 10%, el 2038 con uno al 6%, y el 2067 con uno al 3%.

Situación
Aumento requerido con arreglo distributivo
(millones US$)
IDH alto creciendo al 10%
IDH alto creciendo al 6%
IDH alto creciendo
al 3%
Todos los países con IDH alto
391.603.721
2027
2038
2067
Dos países sin IDH alto
205.032.943
2020
2027
2045

Con estos resultados, un capitalista probablemente dirá que lo que se debe hacer es apuntalar el crecimiento lo más posible. La redistribución es un proceso complejo que mina el mismísimo crecimiento económico, por lo que lo más seguro y eficiente para hacer realidad la ilusión, es crecer lo más posible. Por otro lado, un socialista dirá que lo anterior evidencia las brutales desigualdades sociales que acarrea nuestra civilización, y deja claro que lo mejor para lograr que todos los pueblos vivan con estándares dignos es redistribuir radicalmente los futuros frutos del crecimiento económico.

En ninguno de los discursos tradicionales se objetaría al crecimiento en si mismo. Pues, ¿por qué? si está justamente demostrado que con él podemos alcanzar altos estándares de vida para los pueblos del mundo.

La respuesta es simplemente, por que la Tierra es redonda.


Tres: Un planeta Finito.

Quizás esto generaría alguna conmoción en los tiempos de Cristóbal Colón, pero hoy no se requiere de ninguna clase de educación formal para saber que nuestra civilización se yergue sobre un espacio redondo llamado Tierra. A su vez, tampoco se necesita asistir a algún centro educativo para aprender que  la actividad humana usa recursos naturales: Madera para hacer una casa y obtener fuego, suelo para cultivar alimentos y construir asentamientos, minerales para fabricar artículos tecnológicos, aire para respirar y botar residuos gaseosos, agua para beber y limpiar, entre incontables ejemplos. Toda la civilización humana se cimenta sobre el uso de recursos naturales que, como provienen de un espacio redondo –y por esto finito- son a su vez finitos.

Por el carácter limitado de los ecosistemas que regeneran los recursos que utilizamos, y que asimilan la basura que producimos, la Tierra en su totalidad tiene una cierta capacidad determinada de regenerar recursos, y de transformar desechos nuevamente en recursos. A esta capacidad se le ha llamado la Biocapacidad de la Tierra (BC). A su vez, la humanidad tiene una Huella Ecológica (HE) que reúne todos los recursos que consumimos, y todos los desechos que generamos.

Ambas magnitudes se pueden expresar en una unidad de medida común que es la Hectárea Global (HaG), que permite ponderar las diversas áreas biológicamente productivas del planeta para que se puedan sumar, obteniendo la Biocapacidad (BC), y expresar el consumo de recursos y generación de desechos de la humanidad en términos de cuanto de ese espacio terrestre biológicamente productivo se requiere para satisfacer dicha demanda y asimilar dicha basura, obteniendo la Huella Ecológica (HE).

La fuente que utilizaré para analizar el comportamiento del impacto ambiental, es el  Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), institución internacional que ha ganado alto prestigio y trayectoria, entre otras cosas, por la realización periódica de informes bienales llamados “Living Planet Report” entre 1998 y 2010. Éstos, haciendo uso de información de diversos científicos, fundaciones, instituciones nacionales y organismos internacionales, muestran la evolución global de los ecosistemas de la Tierra (BC) ante la evolución de la intervención humana (HE).

Ahora bien, es intuitivo que al aumentar el crecimiento económico se genere un incremento de la HE. Al intensificarse el flujo de bienes y servicios para satisfacer una nueva demanda, aumenta para un mismo período de tiempo la cantidad de basura y de recursos naturales requeridos.

Es posible plantear teóricamente que se pueda desarrollar un crecimiento económico que no suponga un mayor flujo de recursos naturales, remitiéndose por ejemplo, a un incremento exclusivo de los servicios, o a un crecimiento de actividades con bajísimo impacto ambiental en reemplazo de actividades de alto impacto, como la producción orgánica v/s la producción convencional de alimentos. Y también existe posibilidad de la mejora tecnológica, es decir, del crecimiento de la producción de bienes acompañado de una mejora proporcional de la eficiencia en el uso de los recursos y el manejo de residuos. No obstante, la simple realidad es que hasta hoy, lo anterior sólo se ha quedado como una potencialidad teórica, pues las características efectivas del crecimiento económico mundial muestran un incremento siempre creciente de la HE.

Los países más ricos siguen consumiendo crecientes sumas de recursos naturales, develándose la incapacidad de las mejoras tecnológicas de reducir el impacto global de la humanidad sobre la biosfera, ante los aumentos masivos de la producción. Esto último se ha tipificado como la incapacidad de la curva medioambiental de Kuznets[15] de reducir el consumo global ante la paradoja de Jevons[16], y se puede ver claramente en el siguiente gráfico.

 



Evitando abordar el claro problema de injusticia social mundial que este gráfico devela, con él se puede evidenciar que la mejora tecnológica por si sola no es la solución para evitar el crecimiento de la HE, al mostrar que es justamente donde existe mayor progreso técnico, que la HE por persona aumenta más, y viceversa.

Así, en el período estudiado (1988-2005), mientras el PNB mundial tuvo un crecimiento de un 156,82% -de US$22 a US$56,5 trillones, la HE creció un 34,62%[17], -de 13 a 17,5 billones de HaG-.

Esta particularidad puede generalizarse usando la información sobre Huella Ecológica per Cápita (HEPC) de la WWF, “Living Planet Report 2008”, y sobre PNBPC del Banco Mundial, para el mismo año (2005) y 143 países[18], analizando econométricamente cómo varía la HEPC de un país al variar su PNBPC.




 


 
      Con esto se demuestra empíricamente que  mayores niveles de PNBPC, acarrean mayores niveles de HEPC en un país[19], lo que resulta ser el segunda conflicto, y el problema insalvable, al que se enfrenta “la ilusión”.

No obstante, el lector se habrá dado cuenta que aumentos del PNBPC generan aumentos menos que proporcionales en la HEPC, lo que podría dar alguna esperanza de que se puede seguir sustentando un crecimiento de la economía. Lamentablemente para quien quisiera aferrarse a la ilusión, típicamente los aumentos del PNBPC logran disminuir el impacto ambiental global a niveles extremadamente altos, como apuntó sobre las emisiones de CO2 en particular Nicholas Stern en su famoso informe sobre Cambio Climático “The Economics of Climate Change”. Basándose en una investigación de Neumayer´s, sentenció que la relación típica “Emisiones de CO2-PNBPC” se invierte recién para los PNBPC entre US$55.000-90.000[20].

Aún así, para poder sentenciar en rigor si se podría o no aumentar el PNBPC hasta alcanzar niveles que reduzcan la HEPC, se requiere analizar en qué relación concreta estamos hoy con los insuperables límites que supone vivir en un planeta finito.

La ilusión se desmorona al reconocerse que el 2007 la HE fue un 50% superior a la BC[21]. Y que a medida que se ha generado e incrementado esta translimitación ecológica, o déficit ecológico (DE), es que “se han corroído los ecosistemas de la Tierra, y se ha acumulado basura en nuestra tierra, agua y aire. La resultante deforestación, escasez de agua, pérdida de biodiversidad, y cambio climático están poniendo el bienestar y desarrollo de todas las naciones en creciente riesgo[22]”.

La alarmante realidad que durante el 2007 demandamos globalmente 18 billones de HaG (2,7 HaG por persona), mientras sólo disponíamos de 11,9 billones (1,8 Hag por persona) implicó que la Tierra tardó 1,5 años en regenerar los recursos que consumimos y asimilar la basura que generamos durante ese año[23].

La simple realidad que mayores niveles de PNBPC acarrean inobjetablemente mayores niveles de HEPC, y que ya hemos superado la capacidad que tiene la Tierra de regenerar los recursos que consumimos y asimilar la basura que generamos, es lo que definitivamente destruye la ilusión hegemónica de nuestra civilización; la ilusión del crecimiento económico como garante de la prosperidad universal.

Pues si siguiéramos como vamos, y nos empecináramos en aumentar el IDH de los países mas pobres sin realizar profundas modificaciones a nuestros sistema económico en términos de sus mecanismos distributivos y su impacto ambiental, y a nuestro sistema social en términos de sus aspiraciones y valoraciones, llegaríamos sin dudas a un caos ecológico ante el que ninguna nación podría quedar incólume.

Sin modificar los patrones distributivos, tenemos que al 2050 -con un escenario de incrementos de la BC ingenuamente optimista[24]- el DE sería de un 362% con un crecimiento promedio anual del 3%, de un 1.533% creciendo al 6%, y de 22.800% haciéndolo al 10%.

Esto implica que estaríamos demandando más de 3, 15, o 228 planetas Tierra, cuando como todos sabrán, sólo tenemos uno.

Como se analizó en la parte 2, se podría esgrimir como solución hacer una profunda reforma distributiva a escala planetaria para que la nueva riqueza vaya en su mayoría a los países más pobres, reduciéndose la cantidad de crecimiento necesario para que la ilusión sea una realidad. Aunque en efecto esto reduciría el impacto ambiental asociado a la realización de la ilusión, debemos reconocer que no sería suficiente: en dicho escenario, con una inversión de la distribución del crecimiento económico entre los países de Ingresos Bajos y Altos: OCDE, tendríamos que a una tasa de crecimiento promedio anual de 6%, todos los países de Ingresos Bajos alcanzarían un IDH alto con un DE superior al 340%, situación similar a lo que ocurriría, antes o después, con tasas del  10% y 3%.

La realidad del DE y su evolución futura ligada al incremento del PNB y PNBPC debe evaluarse debidamente. Es éste lo que ha generado toda la devastación ambiental que con progresivo asombro la humanidad ha comenzado a tomar conciencia de haber provocado: 1/3 de las especies de nuestro planeta extintas[25], la tala de 13 millones de hectáreas de bosques anuales[26], un 70% de las tierras arables degradadas[27], un aumento de 0,7ºC de las temperaturas globales promedio[28],  entre un sinnúmero de evidencias de una crisis ecológica que recién comenzamos a reconocer en su gravedad.

Si es que seguimos desconociendo los límites de nuestro planeta, cabe preguntarse, ¿qué formas concretas tomaría un déficit del 100%, esperado para el 2030[29]? ¿Y qué formas tomaría un déficit del 1.533%, esperado para el 2050 si seguimos creciendo a un 6% anual? E incluso ¿Qué pasaría si se cumpliera el sueño de incontables economistas y gobernantes, y la economía mundial logrará expandirse a un 10% anual de aquí al 2050, llevando el DE a un 22.800%?

 Sin lugar a dudas esta última es sólo una pregunta teórica. La humanidad no podría llegar a semejante límite sin antes entrar en una aguda crisis, al colapsar los sistemas de soporte de vida, y al agotarse los recursos de los que depende nuestra especia para sobrevivir.


Conclusiones

A pesar de que el crecimiento económico haya tenido motivos aparentemente legítimos para convertirse en la principal ilusión que hoy sostiene nuestra civilización, su muy desigual beneficio entre diversos países, y su altísimo impacto ambiental relativo a la capacidad de carga de los ecosistemas terrestres, nos presenta actualmente un  problema muy complejo.

Éste nos permite plantear que es hora de acabar con la ilusión que ha guiado nuestro hacer cultural al menos por los últimos 200 años. Así como vamos no sólo los países más pobres seguirán recibiendo migajas mientras los países mas ricos siguen acumulando asombrosas riquezas: En esta senda, la ilusión del crecimiento económico indefinido, nos llevará rápidamente hacia la destrucción de los mismos equilibrios de los que dependemos para subsistir.

Desde esta óptica, el futuro puede que se vea incierto y oscuro. Se ha dicho que la “posibilidad de una recesión financiera, palidece en comparación con el inminente recorte de nuestro crédito ecológico[30]. Si es que seguimos desconociendo la simple realidad de vivir en un planeta finito, obsesionados por lograr un IDH alto para todos, y sin entrar oportunamente a modificar nuestro sistema económico y los pilares que hoy mueven a nuestra civilización, el costo para las futuras generaciones será abrumador: La pregunta sobre este déficit no es si se deberá pagar la deuda; la pregunta sólo es cuándo, cómo, y quién.

Los duros aprendizajes que nos llevan a desestimar la ilusión del crecimiento económico, nos lanzan a búsquedas creativas de otras utopías que puedan guiarnos exitosamente a través del siglo XXI.

Es momento de comenzar a definir cómo navegaremos en adelante, siempre consientes que una civilización de largo plazo sólo podrá erguirse sobre 3 pilares: La Justicia Social, la Viabilidad Económica, y la Sustentabilidad Ambiental.


[2] En adelante utilizaré pobreza y riqueza referidas estrictamente a su dimensión material, obviando la riqueza y pobreza social e individual en dimensiones espirituales, emocionales, relacionales, etc.
[3] William Easterly, “En busca del crecimiento”, 2001. Antoni Bosch, editor.
[4] Kydron y Segal 1995.
[5] Filmer y Pritchett 1997.
[6] Dollar y Kraay 2000.
[7] ONU, Objetivos de desarrollo del Milenio, Informe 2009. Pg. 4-5.
[8] Quisiera remarcar que no obstante limitado, el IDH permite al menos reconocer las condiciones básicas de vida a la que se enfrenta cierta población.
[9] PNUD, Indicadores del desarrollo humano, 2007.
[10] Banco Mundial, World Development Indicators database, 2010. Todas las cifras de PNB y PNBPC estarán expresadas en “current international $”, en Paridad de Poder de Compra (PPP), aunque se denominen en US$ por conveniencia.
[11] Para ver lista de países, revisar anexo 1.
[12] Ver anexo 3 para encontrar los detalles de la regresión
[13] “Population Division of the Department of Economic and Social Affairs of the United Nations Secretariat, World Population Prospects: The 2008 Revision”.
[14] A saber, la tasa de crecimiento promedio anual del período fue de 6,39%.
[15] Esta curva establece que para niveles altos de ingreso, el impacto ambiental disminuye por una mayor eficiencia en el uso de los recursos, y el destino de ellos a bienes y servicios con menor huella ecológica. Como ejemplos se puede tener el reemplazo de comida tradicional por comida orgánica, de ampolletas alógenas por LED, instalación de sistemas de calefacción solar, etc. Este mismo principio es amplicable a la industria, y a un país en general.
[16] William Stanley Jevons estableció que la expansión de la producción abruma de forma característica cualquier aumento de la eficiencia en el rendimiento de los materiales y la energía.

[17] Toda la información sobre la HE y BC proviene de la World Wide Fund for Nature (WWF), Living Planet Report 2008 (LPR 08).  Este dato en particular corresponde al año 1985 en vez de 1988, por ausencia de información.
[18] Ver anexo 2 para revisar la lista de países.
[19] Ver anexo 4 para encontrar los detalles de la regresión.
[20] Stern Review: The Economics of Climate Change, Part III: The Economics of Stabilization, Annex 7A: Climate Change and the Environmental Kuznets Curve. Pg 192.
[21] WWF, Living Planet Report, 2010. Pg 10.
[22]“…ecosystems are being run down and waste is accumulating in the air, land and water. The resulting deforestation, water shortages, declining biodiversity and climate change are putting the well-being and development of all nations at increasing risk”. WWF, 2008. Introduction.
[23] WWF, 2010. Pg 37.
[24] Esto es, un aumento de la BC de 500 millones de HaG por década.
[25] Convention on Biological Diversity, Third Global Biodiversity Outlook, 2010
[26] Secretariat of the Convention on Biological Diversity, Global Biodiversity Outlook 3, 2010. Pg. 32.
[27] Convención para la Lucha contra la Desertificación de la ONU, CLD
[28] IPCC, AR4 2007, SPM. Pg. 1
[29] WWF, Living Planet Report, 2010. Pg. 11.
[30] possibility of financial recession pales in comparison to the looming ecological credit crunch. WWF, Idem. Foreword

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