miércoles, 22 de diciembre de 2010

¿Ignorantes o Perversos? Las consecuencias de comer carne - Textos BL

Si a alguien simplemente le gusta la carne, y paga por ella, ¡¿cuál es el problema?!

El problema es que comer carne tiene CONSECUENCIAS, que no son debidamente conocidas o consideradas por quienes la consumen.

Esta ignorancia o indolencia con respecto a las implicancias del consumo de carne, están teniendo un progresivo impacto negativo desde la vida individual de las personas, pasando por los estándares éticos de nuestra civilización, hasta la economía mundial y los equilibrios ecosistémicos globales.

En adelante analizaremos estas consecuencias, desde lo individual hasta lo colectivo, que suceden al comer carne querámoslo o no, estemos consientes de ellas o no.


El objetivo de este examen es dar luces sobre las reales consecuencias del consumo de carne, de manera que el lector pueda DECIDIR adecuadamente cuánto es –respondiendo a sus necesidades fisiológicas, económicas y éticas- lo que realmente necesita consumir. Por ello, su objetivo no es en si defender que el consumo de carne deba ser cero.

Además, quisiera dejar claro que existen alternativas a los métodos industriales de producción de carne, pero dado que es éste el tipo de carne que la gran mayoría del público tiene acceso, y que ocasiona la mayoría de los problemas del consumo de carne, remitiré este análisis a la carne industrial.

Lo más importante en la actualidad, quizás no sea necesariamente que el consumo de carne sea nulo, sino que su nivel de consumo sea suficientemente bajo para poder tener una buena salud, un trato digno a los animales, lograr una asignación razonable de los recursos, y garantizar un equilibrio ecosistémico planetario.


Entonces ¿Cuáles serían las consecuencias de comer carne?

1.- A nivel personal

Primero que todo, tenemos los argumentos referidos a la dimensión de la salud. Al comer carne recurrentemente se ingiere un alimento cuyos efectos en la digestión y el organismo humano son claramente nocivos, en comparación a otras alternativas alimenticias.

Partiremos por considerar que la producción de carne industrial -que es el tipo de carne al que tiene acceso la enorme mayoría de la población - usa hormonas, que aunque varían de país en país según las regulaciones, puede que sean, entre otras[1], estradiol-17 ß, testosterona, progesterona, acetato de trembolona, zeranol y acetato de melengestrol[2]. Lo preocupante de estos productos químicos, sumados a los antibióticos que se usan en altas cantidades, viene a ser los residuos tóxicos que generan, y que quedan presentes en la carne a la hora de su consumo.

La presencia de estas toxinas, sumado a la dificultad adicional por parte de nuestro organismo para digerir carne en comparación a otros alimentos, provoca una serie de problemas de salud, que según una enorme variedad de instituciones de salud y de investigación, van desde la diabetes, enfermedades cardiacas, cáncer, problemas de colesterol, entre otros. La SDC de Inglaterra[3], recalca que se estiman 70.000 muertes en el Reino Unido por problemas derivados de malas dietas alimenticias, agregando textualmente que ”para abordar la creciente crisis de enfermedades relacionadas con la dieta alimenticia, los consumidores británicos deben reducir su consumo de carne y productos de origen animal…”. Por su parte, EE.UU. tiene gastos sanitarios derivados del consumo de carne evaluados entre 29.000–61.000 millones de dólares al año (el gasto en tabaquismo es de 47.000 millones)[4].

Por citar un estudio concreto referido al impacto en las mujeres, realizado en EE.UU. a más de 3.000 mujeres posmenopáusicas, las que habían consumido carne recurrentemente en su vida presentaron un incremento de 47% en el riesgo de padecer cáncer de mamas. En aquellas que durante su vida fueron consumidoras habituales de carne, y poco habituales de frutas y verduras, este riesgo se incrementaba en un 74%[5]. Las razones según la científica jefe de dicha investigación, Susan Steck, apuntan a la formación de compuestos carcinogénicos como los hidrocarburos policíclicos aromáticos (PAH) y las aminas heterocíclicas presentes en la carne al momento de su consumo. 

Y para citar otro que vincula a ambos sexos, un estudio sobre fertilidad masculina en hijos de mujeres con un alto consumo de carne que se realizó entre 1999 y 2005 en cinco grandes ciudades de EEUU, concluyó que aquellos hijos cuyas madres tuvieron más de 7 comidas con carne semanales tenían una concentración de esperma un 24% inferior[6].

Nuevamente quisiera remarcar que el asunto aquí no requiere de un fanatismo tal que elimine por completo la carne –pues de seguro nadie puede defender que consumir un pedazo de pollo criado en casa una vez a la semana implique problemas severos a la salud-. El problema en esta dimensión es el nivel de consumo, y las prácticas de la producción de carne, al tornarse un serio problema de salud.

Así, desde un punto de vista individual, comer carne no supone ningún problema en cuanto la recurrencia de dicho consumo permita una dieta balanceada, y el origen de este alimento asegure que esté libre de toxinas.

Ahora, dado que la carne a la que uno tiene acceso en un asado, almuerzo, supermercado,  proviene de fuentes industriales - a menos que uno tenga certeza de un origen contrario- es sensato asumir que ocasiona los efectos recién mencionados. Por esto, el consumo de carne recurrente y despreocupado, ¿será un signo de nuestra ignorancia, de una dificultad irracional para hacer cambios en nuestros estilos de vida, o de una cierta indiferencia ante el sufrimiento de nuestro propio cuerpo?

Y si fuera sólo lo último, ¿podríamos llamarlo una especie de perversión?

Pero bueno, alguien podría creer y decir que tiene una dieta balanceada, aún con bastante carne, o que le gusta mucho, y que simplemente no le importan los efectos negativos que tiene, de forma similar a como alguien que fuma sabe cuán malo es el cigarro para su salud.


2.- A nivel animalista

Como cualquiera sabrá, al comer carne estamos consumiendo un pedazo de un ser vivo, y como los trozos de carne ni crecen de la tierra, ni se generan espontáneamente, y no son repartidos a gusto por los animales a los que pertenecen, se debe matar a un animal para poder comer carne.

Así, comer carne requiere necesariamente del asesinato de un ser vivo, cuyo complejo sistema nervioso le permite sentir y reconocer dicho sentimiento, por lo que comer carne supone necesariamente generar sufrimiento.

Ahora, según mi concepción, NO es lo mismo comer –y por ende matar- a una lechuga, que comer –y por ende matar-, a un pollo, vaca o chancho, en términos del sufrimiento que efectivamente siente y reconoce dicho ser vivo.

Pero a este punto alguien puede refutar sencillamente que: 1) es parte de la naturaleza del humano comer carne, o que 2) la existencia de la pirámide alimenticia es algo completamente natural, pues no sólo los humanos comemos a otros seres vivos con complejos sistemas nerviosos, sino que muchísimos animales también lo hacen; leones, serpientes, halcones… Incluso, alguien podría argumentar que 3) necesitamos fisiológicamente la carne para subsistir.

1)   Si hablamos de la naturaleza de los humanos, leones, serpientes, y halcones, pensemos en el comportamiento espontáneo de las crías antes del proceso de socialización. Si enfrentamos a cualquiera de los últimos a una manzana y un conejo, de seguro serán indiferentes o jugarán con la primera e intentarán comerse al segundo. En el caso de un niño o una niña, ¿a quién se comerá, y con qué jugará? Y sumado a este punto, debemos reconocer, por la enorme variedad de dietas alimenticias encontradas en diversas culturas -algunas con abundante y otras con nada de carne-, que la naturaleza de la alimentación es fundamentalmente cultural, o en otras palabras, que no existe una naturaleza humana para alimentarse, sino una potencialidad muy amplia para hacerlo de muy diversas maneras. Así, podemos estar seguros que la dieta que incluye carne no es parte de nuestra “naturaleza”, así como tampoco lo sería una que la excluyera.

2)   Si hablamos de la naturalidad de la pirámide alimenticia -es decir, del proceso natural en que un ser se devora a otro, y éste a su vez es devorado por otro-, tenemos que un león, serpiente o halcón personalmente caza, mata y come a su presa, y en el caso de las crías, aunque no las cazan, y a veces no las matan, si ven al cadáver del animal antes de comérselo. Esta es la “naturalidad” de la pirámide. Contrariamente, los consumidores de carne, en general, a lo más ven el envase en que viene ya faenado su alimento, desligándose de todo el proceso que tiene que ocurrir necesariamente para que ese pedazo de carne esté en su poder... sorprende el natural cinismo con que mucha gente exclama que nunca podrían matar ni a un conejo, o que ni siquiera podrían aguantar ver a un pollo ser degollado, mientras tranquilamente se come un lomo de vacuno…

3)   Si hablamos de necesidad, de seguro que por las condiciones del entorno y las técnicas que manejan los animales carnívoros, éstos dependen de sus presas para sobrevivir, de forma similar a nuestros lejanos antecesores. Pero nuestra especie posee hace milenios la técnica para poder prescindir de la carne, sino completamente, al menos en un grado considerable reemplazándola por otros alimentos. Y con respecto a nuestro entorno, ya se hace notorio que requerimos una drástica reducción del consumo de carne para sobrevivir, pero sobre este tema adentraremos más adelante.

Para terminar este punto con una última reflexión, se debe reconocer que los actuales centros de crianza y matanza de animales no son las plácidas granjas de los envases de carne, donde los animales crecen felizmente para luego ser matados de una forma amistosa. Todo lo contrario, son vastos centros industriales en que los animales son estandarizados y tratados como una cosa, o un producto, amputado de sus manifestaciones instintivas y sometidos a condiciones objetivamente tortuosas. Desde su nacimiento, pasando por la alimentación que reciben, hasta la forma de su exterminio, están sometidos a condiciones que cualquier humano empático consideraría inaceptables.

Y aún más, son una miríada de animales sensibles los que sometemos a estos tratos tortuosos. Sólo en EE.UU. 500.000 animales son sacrificados cada hora, mientras que globalmente, cada día se matan a decenas de millones de polluelos machos, pues no servirán para poner huevos[7].

Así, el consumo de carne no sólo no es natural para nuestra especie (en el sentido que la dieta alimenticia en si es cultural) y tampoco es que sólo se haya desviado de la forma natural en que se manifiesta el consumo de carne en la cadena alimenticia. Además es totalmente reemplazable desde un punto de vista fisiológico y respalda y legitima toda una serie de prácticas tortuosas y macabras sobre los animales.

Ahora, esto tampoco implica un consumo de carne nulo. Pues nadie podría defender que a un niño o niña con anemia no le sea sano comer un pedazo de pollo, así como el derecho que tendría su padre o madre de sacrificar a este animal, después de haber cuidado el huevo, alimentado el polluelo, y cuidado del pollo en su ciclo de vida natural.

 Desde este punto de vista, se podría aceptar comer carne bajo 2 principios: Uno es requerirla para mantener ciertos balances bioquímicos esenciales, otra es ejecutar personalmente todo el proceso que debió ocurrir para tener esa carne a disposición, o ser plenamente consciente de él (las condiciones del nacimiento, crianza, matanza, etc.).

Ahora, dado que la enorme mayoría de la carne que se consume normalmente no es por motivos de salud, sino a pesar de ella, y que existen alternativas saludables, simples y naturales para sustituir totalmente la ingesta proteica animal[8], no se puede sostener realmente que la carne sea necesaria sino en excepciones. A su vez, dado que las insoportables condiciones de nacimiento, crianza y matanza de los animales que son fuente de la carne a la que tenemos acceso, no son aceptables a conciencia por un individuo con un mínimo de empatía… el consumo recurrente y despreocupado de este alimento ¿será signo de nuestra ignorancia, de una dificultad irracional para hacer cambios en nuestros estilos de vida, o de una notable indiferencia ante el sufrimiento de otras especies?

Y si fuera sólo lo último, ¿No se parecería mucho a la definición de una conducta perversa?

Pero bueno, alguien podría simplemente no resonar con el sufrimiento de otros seres vivos, y considerar que su pasión por la carne lo lleva a necesitar la carne, de forma similar a como alguien con problemas de seguridad dice necesitar un automóvil Hammer, aún sabiendo cuanta contaminación genera.


3.- A nivel colectivo

Los animales de los que provienen los trozos de carne que los carnívoros comen, como sabrá, no se generan espontáneamente, ni son una creación de la industria petro-química.

Los animales nacen, y crecen hasta cierto punto para ser sacrificados. En este proceso en que se desarrolla el organismo, éste consume recursos, sea agua, espacio físico, alimento, y genera desechos, como excrementos y flatulencias.

Y es por esta naturaleza de cualquier organismo –que requiere recursos para desarrollarse, y genera desechos en el proceso-, que el consumo de carne deviene un importante problema ecológico y económico.

En términos económicos, el problema del consumo de carne viene del uso alternativo que tienen todos los recursos que consumen estos organismos. El agua que beben, los granos con que se alimentan, la superficie que requieren para vivir, entre otros ejemplos, pueden usarse para otras cosas de gran valor, como veremos enseguida.

Y en términos ecológicos, el problema deviene del consumo mismo de estos recursos para el desarrollo de los organismos, fundamentalmente vacas, chanchos y pollos, y los desechos que éstos generan, lo que está teniendo un impacto devastador sobre ecosistemas valiosísimos para la mantención de la salud de la biosfera en su conjunto. Por ello, terminaremos este examen analizando estas dos líneas interrelacionadas de argumentación.
        
El problema de estar destinando importantes recursos a la producción de carne deviene un problema económico por la irracional asignación de recursos que implica, lo que queda claro al constatar que:

·        Cada caloría de origen animal requiere para desarrollarse entre 5 a 20 calorías de origen vegetal, o en otras palabras, se requieren en promedio 10 kilos de alimento vegetal para producir 1 kilo de alimento animal[9].
·        Al  consumir animales alimentados con soja, maíz, u otros alimentos que los humanos puede consumir directamente, se está perdiendo entre un 80-90% de la energía que obtendríamos en caso de alimentarnos directamente con el alimento vegetal[10].
·        Un kilo de carne de res supone el consumo de más de 13.000 litros de agua, entre lo que el animal mismo consume, y lo que el alimento que ingiere requiere para producirse. Por otro lado, un kilo de maíz requiere 1.300 litros para producirse, 10 veces menos[11].
·        En total, a la producción ganadera se destina el 30 por ciento de la superficie terrestre del planeta, lo que implica que para esta industria se destina el 70 por ciento de la superficie agrícola total[12].

Estos simples datos implican, entre otras cosas, que en el caso del ganado vacuno industrial, con la cantidad de cereal y soja empleada para alimentar a los animales que consumirá una sola persona, podrían nutrirse veinte. Siendo un poco más general, implican que el 70% de los granos producidos en EE.UU. sean destinados al consumo animal, lo que permitiría alimentar a mil millones de personas[13]. Y a nivel global, implican que el 40% de todos los granos, y 1/3 de todas las capturas pesqueras sean destinados a alimentar animales, lo que ha llevado al Consejo para la Alimentación Mundial de las Naciones Unidas a aseverar que redirigiendo entre un 10-15% del grano originalmente destinado al ganado, podría erradicar el hambre del mundo[14], la que actualmente mantiene desnutridas a 820 millones de personas[15].

Sobre el recurso vital de la vida, el agua, cabe recordar que un kilo de proteína de cereales requiere en promedio 40 veces menos agua que un kilo de proteína animal[16], lo que no deja de ser alarmante en un mundo con 884 millones de humanos sin acceso a fuentes de agua mejorada[17].

Con lo anterior dicho, debe dejarse claro una dinámica importante. La carne es una alimentación de quienes tienen recursos de sobra para alimentarse[18], en detrimento directo de quienes no tienen suficiente para nutrirse. Al consumir carne, se financia una industria que consume importantes reservas de granos, lo que eleva los precios de este alimento fundamental, impidiéndoles a las personas que viven en la mayor pobreza acceder a una alimentación básica. La ONU sentenció en su informe del 2009 sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que “los elevados precios de los alimentos limitan el progreso en la erradicación del hambre[19]. Esta dinámica del sistema económico global lleva a que “países africanos –donde millones padecen hambre-, exportan granos al mundo desarrollado para que los animales puedan ser engordados para las mesas de los hogares de estas naciones[20].

Ahora, el drama colectivo del consumo de carne no llega sólo hasta aquí, pues quizás esta dieta podría caracterizarse como el principal problema ecológico planetario. Como versa textualmente un completísimo y extenso informe desarrollado por la FAO sobre la temática del ganado, “por la magnitud de su impacto, la ganadería es uno de los dos o tres sectores con repercusiones más graves en los principales problemas medioambientales a todos los niveles, desde el ámbito local hasta el mundial…(pues) la producción pecuaria tiene un gran impacto en recursos globales como el agua, la tierra, y la biodiversidad y contribuye significativamente al cambio climático[21].”

¡¿Cómo?!

·        Las enormes cantidades de cereales requeridos para alimentar la carne consumida por crecientes masas de personas enriquecidas, requiere de una expansión constante de la frontera agrícola, lo que ha llevado a determinar que por ejemplo, un 70% de la tala del amazonas[22], y la gran mayoría del 40% de la tala tropical en Centroamérica, sea para la producción de carne[23]. “La expansión de la producción ganadera es un factor fundamental en la deforestación, especialmente en América Latina, donde se está produciendo la deforestación más intensa[24].
·        La enorme cantidad de cereales producidos con prácticas industriales convencionales implican un uso masivo de fertilizantes, herbicidas y pesticidas, que aparte de intoxicar los suelos con químicos derivados del petróleo, se filtran en un alto porcentaje hacia las napas subterráneas, fluyen hacia los ríos, desembocan en el mar, y han terminado generando numerosas zonas muertas en los océanos[25].
·        Principalmente por la masiva deforestación, la mayoría de las especies amenazadas con la extinción se ven sometidas a la pérdida de su hábitat debido a la actividad ganadera[26]. Un 30% de las tierras que ocupa la ganadería eran originalmente zonas de fauna silvestre[27]. El resultado de esto: la tasa de extinción es hoy entre 100 a 1.000 veces superior al promedio geológico[28].
·        La masiva deforestación, mas la gran cantidad de metano que emiten los rumiantes, sumado al intensivo transporte de granos a los centros de crianza, de éstos a los centros de matanza, y de éstos a los centros de consumo, todo movilizado con petróleo o derivados, han llevado a calcular que todas las actividad que existen para satisfacer el deseo de consumir carne responden por un 51% de todo el CO2 que actualmente nuestra civilización emite hacia la atmósfera[29].

Debe decirse a esta altura dos aspectos importantes a tener en mente. Uno, es que dado que la carne es un alimento para las personas que ya tienen suficiente para comer, toda la destrucción ecosistémica ocasionada por esta actividad es para satisfacer la gula de los ricos, y NO para alimentar la boca de los pobres[30].  El segundo aspecto, es que el precio que efectivamente se paga por la carne no es suficientemente alto, pues no refleja el costo real de la producción de carne para nuestra sociedad. La deforestación, desertificación, contaminación de agua, emisiones de CO2, entre otros, son costos que no están incorporados al precio de la carne, por lo que al consumir carne, uno está pagando sólo una parte del precio total, mientras el medioambiente o las generaciones futuras, son los que pagan la otra parte. Incluso, se ha estimado que si las grandes corporaciones ganaderas estadounidenses no recibieran subsidios por sus gastos de agua, el kilo de hamburguesa debería costar US$70 (más de $35.000 pesos chilenos)[31].

En 1990, el programa de hambre en el mundo de la Brown University calculó que los cultivos mundiales, si fueran distribuidos equitativamente y sin destinar un porcentaje importante al ganado, podrían suministrar una dieta vegetariana a 6.000 millones de personas, mientras que una dieta abundante en carne, como la de los habitantes de los países ricos, podía alimentar tan sólo a 2.600 millones.

Quizás no sea necesario que el consumo de carne sea cero en todo el mundo (pues nadie podría defender que la crianza de un pollo en el patio de una casa ocasione hambrunas y la destrucción de la biosfera), pero sí lo es lograr que su producción esté subordinada a que toda la humanidad pueda alimentarse adecuadamente, manteniendo sanos los ecosistemas en que se desenvuelven. No obstante, debemos reconocer que dada la crítica situación actual, sin dudas es necesaria una drástica reducción del consumo global de carne.

Y así, dado que hoy el consumo de carne le quita la comida a las personas que pasan hambre para dársela a las vacas y posteriormente a los ricos, a la vez que genera una presión insoportable sobre los ecosistemas planetarios, especialmente forestales y atmosférico, contribuyendo significativamente a un cambio climático que se ha posicionado como uno de los más grandes desafíos que enfrenta la humanidad[32], cabe preguntarse si su consumo recurrente y despreocupado ¿será sólo un signo de nuestra ignorancia, o sólo de nuestra incapacidad irracional para cambiar nuestros estilos de vida? ¿O será acaso un signo de una oculta perversión?

Pues no sólo es perversión el no cuidar y respetar nuestro propio organismo, llenándolo con alimentos difíciles de digerir y altamente tóxicos, precursores de una vasta gama de enfermedades graves. Y no sólo es perversión el no cuidar y respetar a otros seres vivos sensibles, sin otra excusa más que el placer que nos da comernos su cuerpo, y algunas antiguas concepciones de la nutrición basadas en la –hoy inexistente- necesidad fisiológica de su consumo.

Es perversión ser indolente y causa activa del hambre y deprivación en que viven mil millones de seres humanos. Y es perversión aportar decididamente a la corrosión progresiva de los equilibrios planetarios que nos permiten vivir en esta Tierra.

Por todo esto, cabe preguntarse si la gente que come carne felizmente sin mostrar un ápice de preocupación o responsabilidad ni por su propio organismo, ni por el sufrimiento de otras especies, lo hace por ser ignorante de todas estas consecuencias; o lo hace a sabiendas de ellas, develando su propia perversión.

 A la vez que cabe preguntarse si toda la gente que compra y paga carne – y por ello financia toda la industria, destrucción y sufrimiento que hay detrás -, lo hace sin mostrar un ápice de preocupación o responsabilidad por el hambre de su propia especie, y por la destrucción del hábitat del que depende para existir, por ser ignorante de todas estas consecuencias; o a sabiendas de ellas, develando su propia perversión.

        Por todo esto cabe preguntarse si la completa naturalidad del consumo recurrente de carne, será porque somos ¿ignorantes, o perversos?

        A ti, que ya leíste esto, no te queda la posibilidad de justificarte en la primera opción. Ante eso, ¿estas dispuesto(a) a hacerte cargo de la responsabilidad que tienes en tu propia salud –por aquello que comes-, en el sufrimiento de otros animales –por las prácticas que legitimas-, en el hambre que padecen otros humanos –por la cantidad de alimentos que se destinan a engordar animales-, y en la destrucción de los equilibrios de la biosfera – por la huella ecológica del consumo de carne-?

Cambiar hábitos es difícil, y más aún cuando están tan profundamente arraigados en nuestra convivencia social. Pero cambiar ciertas costumbres altamente destructivas vale el esfuerzo, aunque sea paso a paso. Lo único que se requiere realmente para empezar a transformar el mundo es conciencia, voluntad y deseo, partiendo por casa.

Estas cordialmente invitada(o).

Benjamín Leiva                  Diciembre de 2010

Consultas, comentarios, apoyo: benleiva@gmail.com


Apéndice

Para una referencia detallada de los impactos en la salud del consumo de carne, invito a revisar la página web del doctor Vernon Coleman: http://www.vernoncoleman.com

Para una revisión completa de los efectos ambientales globales de la industria ganadera, invito animosamente a leer a la FAO, “La larga sombra del ganado”, 2006. Al menos su sinopsis de 6 páginas encontrada al comienzo del mismo documento.

Para una impresión visual y didáctica de las diversas CONSECUENCIAS de comer carne, por favor ver los siguientes documentales (en orden de recomendación)

·        Food Inc.
·        La carne es débil
·        Meat the Truth



[1] Entre otras la hormona sintética dietilestilbestrol (DES), y esteroides anabolizantes.
[2] Información disponible en la página web sobre difusión de investigación científica, Eroski consumer, “Efectos colaterales de un gran consumo de carne”, http://www.consumer.es/web/es/salud/investigacion_medica/2007/06/05/163381.php
[3] Comisión para el desarrollo sustentable, en su informe “SDC advice to government on priority elements of sustainable diets”, Diciembre 2009.
[4] Datos tomados de “Comerse el mundo”, Jorge Riechmann, 2005.
[5] Susan Steck, Universidad de California, publicado en “Epidemiology
[6] Shanna Shaw, publicado en “Human Reproduction”
[7] Doctor Vernon Coleman, Food For Thought, disponible en su página web http://www.vernoncoleman.com
[8] Doctor Vernon Coleman, Ibid.
[9] Falta fuente
[10] Odum, Ecología, 1972.
[11] Documentales “Food Inc.”, y “La carne es débil”.
[12] FAO, “La larga sombra del Ganado”, 2006.
[13] M. Bekoff
[14] Artículo “La Huella Ecológica de comer carne”, por Nicolás Sánchez en Revista Mundo Nuevo Nº69, ene/feb 2010.
[15] Banco Mundial, World Development Indicators database, 2010.
[16] Jorge Reichmann, Ibid.
[17] ONU, Objetivos de desarrollo del Milenio , 2009.
[18] Ver estadísticas de consumo de carne per cápita de la FAO.
[19] Objetivos de desarrollo del Milenio, Ibid.
[20] Doctor Vernon Coleman, Ibid.
[21] FAO, Ibid.
[22] FAO, Ibid.
[23] World Rainforest Report, John Revington.
[24] FAO, Ibid.
[25] FAO, Ibid.
[26] Análisis de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN.
[27] FAO, Ibid.
[28] Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, 2005.
[29]Livestock and Climate Change”, World Watch Institute, 2009.
[30] Nótese que “rico” y “pobre” lo uso en términos de la capacidad para alimentarse debidamente. Ver estadísticas de consumo de carne per cápita de la FAO.
[31] Vernon Coleman, Ibid. Costo estimado a 500 pesos chilenos cada US$ y aproximando un kilo a 2 libras.
[32] Entendimiento de Copenhague, UNFCCC, 2009. FAO, “La larga sombre del ganado”, 2006.

4 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. realmente impresionante la forma detallada en que explican todos los factores por los cuales no debemos comer carne.... lo mal que hace a nuestro cuerpo, al ecosistema y que realmente es un asesinato.... gracias por tan detallada explicacion ojala mas gente se tome el tiempo para leer esto y salir al fin de su ignorancia o su perversidad....gracias

    ResponderEliminar
  3. tienes razon , muy buena tu explicacion

    ResponderEliminar
  4. Me ha encantado tu artículo y con permiso lo he compartido en muchas partes.

    Estoy intentando evitar consumir carne más que nada porque para mi no me hace ningún bien. Ahora mismo estoy buscando lugares y tiendas donde puedo adquirir productos naturales (en una ciudad) para poder alimentarme sanamente. En casa ya he dejado de comer carne... y los lácteos.

    Gracias de nuevo por tu GRAN artículo.

    ResponderEliminar